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¿Cómo llevar una alimentación saludable viviendo con otros?

¿No les ha pasado que el día que uno decide hacer una nueva receta “saludable” en casa, los hijos entran en huelga y no quieren ni siquiera probarla o el día que le propone uno a los compañeros del trabajo de ir a un nuevo restaurante de comida sana, todos miran para otro lado? En estos casos, es muy fácil ceder y terminar comiendo lo que siempre hemos comido, algo fácil y que le guste a todos y que muchas veces, no es la opción más saludable. Es en este momento en donde la desmotivación comienza a hacer sus primeros pinitos, creciendo lentamente hasta que termina uno por abandonar rápidamente el nuevo plan de comer de manera más saludable .

Pero eso no debería ser así. En primer lugar, porque los planes de bienestar no deberían depender de lo que hagan o piensen los demás y, segundo, porque tal vez estamos fallando en como transmitimos o invitamos a personas cercanas a que nos acompañen o por lo menos nos apoyen en este nuevo proyecto.

Hay diferentes maneras de abordar el tema. Todos tenemos opiniones muy diferentes en cuanto a lo que creemos que es o no saludable, todos fuimos criados de manera diferente y ni que decir que todos tenemos gustos y prioridades diferentes. A continuación, expondré algunos tips generales los cuales tal vez te ayudarán a conseguir aliados.

A cocinar juntos. Por ejemplo, si lo que se quiere es aumentar el consumo de frutas y verduras, una excelente alternativa es ponerse manos a la obra e invitar a tu pareja, hijos o amigos a cocinar. La cocina es un laboratorio sensorial donde todos pueden participar y pasar rico a través de experiencias gastronómicas probando diferentes ingredientes, sabores y preparaciones. Yo les puedo contar que esto de cocinar en familia realmente funciona. Luego de meter a mi familia en la cocina y por supuesto, meterme yo más, he logrado que mis hijas tomen gazpacho  con gusto, disfruten un vaso de kombucha, le agreguen chucrut al perro caliente y que ingredientes tales como cúrcuma o ajo negro hagan parte de lo que ya conocen y disfrutan.

Comunicación. ¿Cómo y cuando lo comunicas? Es aconsejable no usar muy frecuentemente los términos  “sano” o “saludable”. Estos términos no significan mucho por si solos y además pueden generar cierto rechazo. Las personas tienden a pensar que comer sano es sinónimo de estar a dieta y privadas de lo que más les gusta. Es mejor vender una idea de abundancia, donde predomina la riqueza de ingredientes y preparaciones. Por ejemplo, hablarle a los hijos de los colores en las frutas y las verduras, su significado, de las comidas tradicionales o de los beneficios de la producción local de alimentos . En vez de obligar a tus hijos a que se terminen el plato, puedes crear un reto familiar en que cada semana se prueba un ingrediente nuevo.

De la misma manera, hay que buscar el momento adecuado para sugerir cambios, aunque mejor que no sea mientras            que tu familia disfruta comiendo en su lugar de hamburguesas favorito. Ni que decir de no culpar a tu pareja con                    comentarios como: tienes que dejar de tomar coca cola porque haces que yo también me antoje. Recuerda, estás                    buscando aliados, no detractores.

Dar ejemplo: Relacionado con lo anterior, si tú quieres ver cambios positivos en los demás, el mejor punto de partida eres tú mismo. Si los que te rodean se dan cuenta de los beneficios que trae en ti una alimentación balanceada, probablemente van a sentir curiosidad y ganas de hacer lo mismo y comenzarán a seguir algunos de tus pasos. Esto de dar ejemplo es especialmente importante cuando tenemos niños alrededor. Si ellos crecen con padres o familiares que disfrutan de la comida saludable y en casas donde no predomina la comida chatarra, ten por seguro que ellos van a tener muy buenas bases para el futuro, cuando ya sean independientes y sean los responsables de escoger todo lo que comen.

 

Planificar bien. Para evitar caer en tentaciones y terminar comiendo cosas que uno no quiere ni debe, es muy aconsejable siempre tener comida saludable a la mano, tanto en la casa como cuando uno sale. Para ello se requiere planear con tiempo para poder abastecerse de buena comida. Esto involucra hacer lista de compras cuando uno va al mercado, planear menús de la semana, y si es posible pre cocinar algunas comidas por adelantado. De esta manera, cuando lleguemos a casa cansados y sin muchas ganas de cocinar, siempre habrá una opción saludable casi lista, lo cual solo requerirá de algunos minutos de preparación.

 

Mantén tu mente abierta y no te creas el dueño de la verdad. No trates de convencer a tu marido ni a tus colegas de cómo deberían comer, esto es un proceso muy personal en el que cada persona debe aprender a escuchar a su cuerpo y a determinar lo que le hace y no le hace bien. Si uno entra decidido a cambiar la forma de comer de alguien, probablemente se va a encontrar con un muro. Hoy en día hay muchas predisposiciones sobre el tema de la alimentación y por supuesto que hay muchas controversias, donde las creencias y aspectos culturales juegan un papel importante. Cayendo en generalizaciones y solo a manera de ejemplo, cómo le pides a un español que no coma pan o a un italiano que no coma pasta, solo porque notas que a ti el gluten no te hace bien.

¡Te deseo mucho ánimo con tus planes y metas que quieras lograr con tu alimentación!

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